‘No puedo seguir’: El momento en que un joven Mike Tyson casi se rinde en el ring

Cus D’Amato y Mike Tyson

Cus D’AMATO no asistió a ninguna de las peleas de Tyson hasta el 27 de mayo de 1981, en el Centro Juvenil Católico de Scranton, Pennsylvania. Kevin Rooney elevaría el récord de Tyson a 14‑0 esa noche, tras ganar por decisión unánime en el co-evento principal. Sin embargo, los amateurs comenzaron la velada, y Tyson se enfrentó a un joven de diecisiete años de la cercana Kingston, justo al otro lado del río Susquehanna. Su nombre era Billy O’Rourke, un estudiante de último año de la Wyoming Valley West High School.

Advertencia de D’Amato

D’Amato se aseguró de buscar a O’Rourke antes de la pelea. Estaba sentado solo en las gradas.

«¿Billy? Necesito hablar contigo.»

O’Rourke levantó la vista, sin saber mucho sobre Cus D’Amato; solo que era de Nueva York y se parecía a Yoda de Star Wars.

«Eres un chico bien parecido, buen chico,»

comenzó D’Amato.

«Estoy seguro de que tienes una buena carrera por delante de ti. Solo quiero que no te enfrentes a una sierra circular.»

Luego continuó su advertencia:

«Michael va a ser campeón del mundo,»

dijo D’Amato de manera contundente, «Es un asesino. Un monstruo.»

El Encuentro entre Tyson y O’Rourke

Pronto llegó Tyson. El anciano lo presentó.

«Hola. How are you doing,»

dijo suavemente. Autor: Mark Kriegel, Foto: Albert Watson, Fecha de publicación: 3 de junio de 2025. Para un asesino de Brooklyn, pensó Billy, parecía un chico bastante normal. Ambos pesaban aproximadamente lo mismo, doscientos libras. Con unos seis pies dos de altura, Billy podía ver que tenía alrededor de cuatro o cinco pulgadas de ventaja sobre él. ¡Y esa voz de soprano, sin bajo!

A la espera del combate

Tyson era oficialmente 4‑0 en ese momento, sin incluir sus combates en el Apollo. Pero todas sus peleas habían terminado de la misma manera: por nocaut, la mayoría en el primer round. «Estoy como, voy a destruir a este tipo.» Tyson lanzó un gran gancho izquierdo, acumulando un gran torque con la torsión de su torso. Billy lo vio venir, sabía exactamente qué hacer y mantuvo su guante derecho firmemente junto a su mentón. Boxeo 101: atraparía el gancho con su guante, luego respondería con un gancho con la mano derecha.

Resultados inesperados

Billy logró bloquear el gancho, pero no fue el mismo golpe que había atrapado antes o después: «Bloqueé el golpe, pero pasó justo a través de mi guardia. Me lanzó al maldito aire.» Es curioso lo que recuerdas mientras caes. Primero, los zapatos de boxeo. Luego, la sangre. Habría mucha esa noche. Después, Tyson lo golpeó con otra ráfaga. Necesitó dieciséis puntos de sutura para cerrar la herida debajo de su ojo derecho. Pero Billy suplicó al árbitro que no detuviera la pelea.

Resistencia y Revelaciones

Al final, sin embargo, el ensangrentado Billy lo tenía contra las cuerdas y estaba golpeando. Si los aficionados disfrutaban el espectáculo, D’Amato fue más medido.

«Un round más,»

le dijo a Tyson,

«y te habría desgastado.»

A lo largo de este encuentro, Teddy Atlas desarrollaría un papel clave, empujando a Tyson a seguir adelante en la pelea. Cuando por fin, Tyson se estaba listando para rendirse, Atlas le dijo:

«Ahora levántate, maldita sea!»

Fue un momento crucial para él, un verdadero momento definitorio.

Reflexiones finales de O’Rourke

Los relatos de Teddy y Tyson contrastan notablemente. Sin embargo, mirando hacia atrás, el de Billy O’Rourke parece el más confiable. «No estoy llamando a nadie mentiroso,» dice. «Pero estuve allí. Debería saberlo.» Lo que ninguno de ellos consideró fue qué tipo de atleta era realmente Billy O’Rourke, quien había tenido no sé cuántas peleas y había estado boxeando desde cuarto grado.

El impacto de Tyson

A medida que avanzamos en la historia, el relato de Jesús Carlos Esparza también entra en escena. Entrando al ring, Esparza vio a un preadolescente Tyson y comenzó a cuestionar a sí mismo los efectos de pelear contra alguien como él. «Nunca me han golpeado así en mi vida.» Esta experiencia resonó con muchos de sus oponentes de aquel tiempo, queriendo reflejar el temor y la admiración que Tyson generaba dentro y fuera del ring.

Conclusión

A lo largo de los años, Tyson se convierte en un símbolo tanto de fuerza como de vulnerabilidad. «A medida que mi carrera progresó,» recordaría Tyson, «y la gente comenzó a alabarme por ser un salvaje, sabía que ser llamado un animal era el más alto elogio que podía recibir.» Este legado/mito persiste hasta hoy, mientras el boxeo sigue evolucionando y se adapta a las nuevas generaciones.