La Trágica Historia de James Butler Jr.
El boxeo ha tenido su parte de momentos oscuros, pero pocos rivalizan con la retorcida historia de James Butler Jr., un luchador que cruzó la línea de la controversia en el ring hacia una tragedia en la vida real. Una vez un contendiente de supermediano con ambiciones de título mundial, Butler se volvió notorio no por los títulos ganados, sino por dos impactantes actos de violencia que destruyeron vidas y terminaron con su propia carrera.
El Incidente con Richard Grant
El 23 de noviembre de 2001, Butler formó parte de una cartelera especial de ESPN2 Friday Night Fights en el Roseland Ballroom de Nueva York. El evento recaudó fondos para las familias de policías y bomberos afectados por los ataques del 11 de septiembre. Sin embargo, el evento descendió a la infamia.
Enfrentándose a Richard Grant en una revancha de diez asaltos, Butler sufrió una derrota por decisión en las tarjetas. Mientras los oficiales anunciaban el resultado, Butler se quitó los guantes y parecía lo suficientemente tranquilo como para aceptar la derrota. Grant, siempre el deportista, se acercó para estrecharle la mano. Sin previo aviso, Butler desató un salvaje gancho de derecha sin guante en la mandíbula de Grant, un golpe que lo dejó desplomado en la lona, aturdido.
«La horripilante escena se desarrolló en vivo por televisión, con el comentarista Teddy Atlas gritando de inmediato para que la policía arrestara a Butler.»
Grant sufrió una mandíbula dislocada y una lengua lacerada. Las autoridades más tarde condenaron a Butler a cuatro meses en Rikers Island por cargos de asalto. El ‘Harlem Hammer’, como se le conocía irónicamente y de manera escalofriante, nunca pudo sacudirse el estigma de esa noche. La carrera de Butler nunca se recuperó. Aunque regresó brevemente en 2004, era una sombra del luchador que una vez desafió a Sven Ottke por la corona de supermediano de la IBF.
El Asesinato de Sam Kellerman
Luego llegó el momento que sorprendió no solo al boxeo, sino al mundo deportivo en general. El 12 de octubre de 2004, Butler asesinó a Sam Kellerman, el hermano de 29 años del comentarista de boxeo Max Kellerman. Sam, un talentoso escritor y periodista freelance, había sido un amigo de mucho tiempo e incluso le había ofrecido a Butler un lugar donde quedarse.
Cuando estalló una disputa, Butler atacó a Sam con repetidos golpes de martillo antes de incendiar el apartamento en un intento fallido de encubrir el crimen. En las secuelas, Max Kellerman, entonces con la cadena FOX y ahora trabajando con Ring Magazine, dio una entrevista cruda y emocional al periodista de boxeo Pedro Fernández. Luchando entre sollozos, Max admitió:
«Él era mi mejor amigo, mi corazón. Pedro, todo se trataba de nosotros, de mí y Sam envejeciendo juntos. No quiero creerlo.»
Era evidente que Butler había destrozado el mundo de Max.
Consecuencias y Legado
Para 2006, Butler admitió su culpabilidad. Se declaró culpable de homicidio involuntario y de incendio provocado y fue condenado a 29 años y cuatro meses de prisión. Los fiscales dijeron que su tumulto personal, combinado con una carrera de boxeo en declive, había derivado en violencia.
Un hombre que alguna vez fue considerado un futuro campeón será recordado en cambio como el luchador que golpeó a Richard Grant con un puño desnudo y, mucho peor, como el hombre que mató al hermano menor de Max Kellerman. La historia de James Butler sirve como un escalofriante recordatorio de que el talento por sí solo no define el legado.
Su espiral de retador de título mundial a asesino convicto sigue siendo uno de los capítulos más oscuros del boxeo. A diferencia de otros momentos infames, como la mordida de oreja de Mike Tyson o el motín de Riddick Bowe en el Madison Square Garden, las acciones de Butler trascendieron los límites del deporte y entraron en la infamia criminal. El boxeo perdió más que un luchador; perdió confianza. El deporte prospera en la rivalidad, pero no puede sobrevivir a la traición del código por el que viven los luchadores. Butler traicionó ese código dos veces. La historia mide ese costo en mandíbulas rotas, vidas perdidas y el eterno dolor de una familia.