Alonso arriesga al recortar la libertad de Bellingham para equilibrar al Madrid

La Doble Faceta de Jude Bellingham

Jude Bellingham es un verdadero solucionador de problemas en el campo de juego. Su capacidad para realizar tackles decisivos, así como su presencia en el área rival, lo convierten en un jugador único —es un habitual «Winston Wolf» de “Pulp Fiction” que resuelve problemas. Sin embargo, su forma de jugar representa un problema considerable para el Real Madrid. (No, la lesión en su hombro que deberá tratarse con una operación menor al finalizar la Copa Mundial de Clubes no es lo único que preocupa).

Su espíritu competitivo, su capacidad atlética de élite y su actitud de «correr por todas partes, hacer todo, y ser el último mediocampista box-to-box» lo hacen parecer, a los ojos inexpertos, como el héroe predilecto de cualquier aficionado. Desde su primer partido en el Santiago Bernabéu la temporada pasada, los seguidores han coreado «Hey Jude» en repetidas ocasiones. Lo adoran. Se entrega completamente, juega con pasión, y su esfuerzo a menudo le vale al Madrid victorias que resuenan con el eterno lema de “darlo todo hasta el último segundo”.

Retos para Xabi Alonso

Sin embargo, el problema recae en que Xabi Alonso, el nuevo entrenador, enfrenta un desafío que también atormentó a su predecesor, Carlo Ancelotti. Ambos han sido mediocampistas centrales estelares y ganadores de la UEFA Champions League, y poseen el poder no solo para organizar la estructura del juego, sino también para entender cómo debe funcionar el mediocampo.

Durante la pasada temporada, Ancelotti intentó desesperadamente que Bellingham asumiera un rol central para unificar el mediocampo y al mismo tiempo aportar su creatividad goleadora. Pero no pudo implementar esa visión debido a su falta de confianza en que Bellingham pudiera controlar su impulso de abarcarlo todo. En otras palabras, si la pelota no se dirige hacia él, Bellingham va a buscarla; si vislumbra peligro, corre a enfrentarlo; si detecta un hueco, se mueve rápido para aprovechar la oportunidad, lo cual a veces es una buena apuesta, pero en otros casos, no lo es.

Alonso no solo hereda estas tendencias de Bellingham, sino que además se siente preocupado por ellas. Su propósito es implementar equilibrio y solidez, líneas de jugadores que estén organizadas y que no exhiban las vulnerabilidades que llevaron al Madrid a ser desgarrado, como ocurrió en los partidos ante el Barcelona y el Arsenal la temporada pasada.

Un Nuevo Comienzo

En esos encuentros, el equipo mostró una alarmante falta de organización posicional al perder el balón. Mientras el Madrid no logre fichar a un mediocampista pivote de clase mundial, Alonso se empeñará en enseñar a Bellingham a ser más restringido y estratégico en sus movimientos. Y esta será una batalla considerable. A sus apenas 21 años, Bellingham es de clase mundial en casi todos los aspectos de su juego, excepto en este. Esto seguramente le causará frustración, y sentirá como si se le recortaran las alas, lo que podría generar tensiones entre él y su nuevo entrenador.

Xabi Alonso es un comunicador brillante y extremadamente inteligente, pero también es muy determinado y contundente en sus exigencias. A pesar de esto, ya hay señales positivas de que el mensaje ha llegado: en la victoria reciente sobre el Pachuca, Bellingham declaró:

“El jefe y yo hablamos mucho todos los días. Xabi es un entrenador de primer nivel. Nos ha mostrado sus ideas sobre cómo jugar, tanto defensiva como ofensivamente. Todo eso será fundamental para la nueva era que estamos comenzando.”

Perspectivas Futuras

Estas palabras son prometedoras, lo que sugiere la posibilidad de un entendimiento mutuo y de progreso. Sin embargo, está claro que este será un cambio importante en la mentalidad de Bellingham, y probablemente habrá desafíos en la relación con su entrenador. Alonso está asumiendo a Bellingham no solo como un jugador destacado, sino como un proyecto personal. El potencial de mejora es inmenso; si el Real Madrid puede añadir un mayor control posicional y disciplina a un futbolista ya considerado entre los mejores del mundo, las posibilidades son ilimitadas —incluso podría estar en la lucha por el Balón de Oro—.

Aun así, es bien sabido que es difícil cambiar algunos hábitos. Parte de la grandeza de Bellingham reside precisamente en su talento para aprovechar las oportunidades cuando se presentan. Para los que no lo gestionan en el Madrid, es un espectáculo extraordinario verlo en acción. Pero Alonso es un hombre decidido:

«Quiero que mi equipo rinda colectivamente, tanto en la presión como en la salida del balón. Esto nos proporcionará estabilidad y permitirá que las cualidades individuales marquen la diferencia. Quiero que mi equipo comprenda qué hacer con y sin el balón. Jude, en mi equipo, es un mediocampista y quiero que sea lo más eficiente posible. Está en una buena edad para aprender y trabajar. Para un entrenador, tener buenos futbolistas lo convierte en un desafío mucho más manejable.»

El mensaje es claro. A Alonso le fascinan las cualidades de Bellingham, pero ve áreas específicas que necesitan mejora. Sin embargo, existe un pequeño inconveniente: Thomas Tuchel, entrenador de Inglaterra, también necesita averiguar cómo utilizar a Bellingham, deseando que su estrella joven juegue «tan cerca de la portería como sea posible», empleándolo ya sea como un segundo delantero o en un falso 9. Este cambio de rol en el ámbito del club es sin duda interesante para el jugador, y será fascinante observar cómo evoluciona su estilo de juego.

Por otro lado, el hecho de que Bellingham esté temporalmente fuera de acción mientras se recupera de su hombro le proporciona la oportunidad de observar y aprender desde el lado. Este joven es extremadamente inteligente y está ansioso por mejorar, y se beneficiará de observar cómo Alonso gestiona al equipo antes de reincorporarse. Sin embargo, persiste la incertidumbre sobre su capacidad para moderar sus instintos más emocionantes y centrales. ¿Logrará entender el mensaje y, si es así, con qué rapidez? Si lo hace, la etapa que están a punto de vivir tanto Alonso como Bellingham, así como el Real Madrid, será de grande emoción.